Dios Padre. Concédenos ser dignos de repetir estas palabras como lo hizo tu siervo David y ser merecedores de tu misericordia. Por la fe y la gracia de tu hijo.
Tuyo es el reino, el poder y la gloria. Por siempre.
Salmos 17
Oración de David.
1 Oye, oh SEÑOR, una causa justa; atiende a mi clamor;
presta oído a mi oración, que no es de labios engañosos.
2 Que mi vindicación venga de tu presencia;
que tus ojos vean con rectitud.
3 Tú has probado mi corazón,
me has visitado de noche;
me has puesto a prueba y nada hallaste;
he resuelto que mi boca no peque.
4 En cuanto a las obras de los hombres, por la palabra de tus labios
yo me he guardado de las sendas de los violentos.
5 Mis pasos se han mantenido firmes en tus senderos.
No han resbalado mis pies.
6 Yo te he invocado, oh Dios, porque tú me responderás;
inclina a mí tu oído, escucha mi palabra.
7 Muestra maravillosamente tu misericordia,
tú que salvas a los que se refugian a tu diestra
huyendo de los que se levantan contra ellos.
8 Guárdame como a la niña de tus ojos;
escóndeme a la sombra de tus alas
9 de los impíos que me despojan,
de mis enemigos mortales que me rodean.
10 Han cerrado su insensible corazón ;
hablan arrogantemente con su boca.
11 Ahora nos han cercado en nuestros pasos;
fijan sus ojos para echarnos por tierra,
12 como león que ansía despedazar,
como leoncillo que acecha en los escondrijos.
13 Levántate, SEÑOR, sal a su encuentro, derríbalo;
con tu espada libra mi alma del impío,
14 de los hombres, con tu mano, oh SEÑOR,
de los hombres del mundo, cuya porción está en estavida,
y cuyo vientre llenas de tu tesoro;
se llenan de hijos,
y dejan lo que les sobra a sus pequeños.
15 En cuanto a mí, en justicia contemplaré tu rostro;
al despertar, me saciaré cuando contemple tu imagen.
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